Comparto con vosotr@s un artículo que escribí el año pasado y que hoy publica, de nuevo, la Revista Digital AllegraMag. Poco podía imaginar que aquellas palabras supondrían el inicio de mi primera novela, #Agregados a la otra realidad, autopublicada en Amazon recientemente.
Me resulta una experiencia excitante escuchar canciones trance del estilo de Armin Van Buuren con voces hipnóticas y desfilar cual Naomi Campbell por el pasillo de mi casa al tiempo que mi conciencia se evade.
Sé andar cruzando las piernas con mis tacones imaginarios de palmo y medio. O eso me digo. Punta y tacón. Punta y tacón. Recojo premios y doy “speeches” de agradecimiento en perfecto inglés, francés o el idioma que se tercie en el país en el que me encuentre en ese momento de ensoñación. Por supuesto, concedo entrevistas. Porque eso hacen las estrellas, ¿no?
“¿Será una señal de frustración?”, me pregunto a veces. No
deja de ser una fantasía esporádica, sólo que, en lugar de tener índole
sexual, en mis fantasías flirteo con la fama, y como sucede en
ocasiones con las primeras, no siento la necesidad de hacerla realidad.
Y es placentera. Me permite exorcizar todos mis demonios de manera
temporal. Algo de prohibido o nocivo tendrá. ¿Indicará algún desorden
mental? Ahora no me lo planteo. La melodía se apodera de mí, me impide pensar.
En el perímetro de mi vivienda, o más bien de mi habitación, soy famoso, pero que muy famoso. ¿Talento? Ninguno,
no tengo ni la menor idea de qué actividad podría desempeñar en este
mundo de espectáculo que me he creado, supongo que no es más que un
pequeño matiz, así que no reparo en él. Estoy demasiado ocupado
recogiendo Oscars, Grammys, y demás estatuillas.
La música sigue sonando. Debo estar flotando. Y vuelvo a recorrer mi habitáculo. Ya van varias veces, y como sucede con el Barco a Venus de Mecano, todo ocurre sin salir de mi cuarto.
Ahora dirijo unas miradas a la pared donde se
apoya el cabecero de la cama. Sí, justo ahí donde deberían estar
agolpadas hileras y más hileras de personalidades, medios de
comunicación, fans y demás, todos con la mirada puesta en mí. Creo que voy a sacarme yo mismo unas cuantas fotos con la cámara que guardo con recelo en mi mesita. Es un buen momento. Esbozo
una sonrisa triunfadora. Ahora un guiño. Unos morritos. Ésta me ha
quedado bien. Con suerte y un poco de Instagram puede que quede mona y
la pueda subir a mi perfil de Facebook cuando vuelva a la Tierra.
Esta canción no me inspira. Mejor la paso. Éste es un temazo. Que suene
más alto. Vuelta y vuelta. Creo que el desfile va a terminar de un
momento a otro, al menos por hoy.
Si me estuvieras mirando me sentiría ridículo. Muy ridículo. Pero ahora nadie observa. Y éste-ésta-esto también soy yo.
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